Por César Guala Catalán, Director Programa Austral Patagonia-UACh
Como universidad con fuerte vocación pública, nuestro quehacer es formar ciudadanos comprometidos con la sociedad, pero también es aportar con investigaciones que contribuyan al conocimiento y tengan sentido e impacto en las decisiones que se toman sobre los territorios resultando en un aporte concreto al bienestar de las personas.
La Patagonia chilena por su carácter remoto y por la existencia de grandes áreas silvestres protegidas es una de las regiones mejor conservadas del mundo. Allí encontramos cuencas de bosques primarios, ríos que fluyen libremente, turberas, glaciares, fiordos, especies como la ballena azul y una zona austral única con culturas milenarias que sostienen siglos de conocimientos y tradiciones. Pero las presiones van en rápido aumento y lo hemos comprobado en investigaciones recientes que han identificado amenazas como especies invasoras, impactos del cambio climático, acuicultura, tráfico marítimo, sobrepesca, entre otras.
Son las áreas silvestres protegidas las que permiten la conservación de esta biodiversidad, generando beneficios para las comunidades locales, pero se necesita mejorar la legislación, mayor fiscalización y presupuesto para cumplir con los objetivos por los que fueron creadas y que incluya la participación de comunidades locales.
El Programa Austral Patagonia, de la mano de un equipo de investigadoras e investigadores, pero también de comunidades, organizaciones y actores locales, busca que este conocimiento científico unido al conocimiento y saber local, puedan considerarse en las políticas públicas orientadas a la conservación de la Patagonia Chilena en virtud de su gran valor natural, social y cultural y de esta manera contribuir al mejoramiento en la gestión de las áreas marinas y terrestres.
Hay mucho camino recorrido, pero debemos seguir avanzando para elevar los estándares de gestión de estas áreas, mediante el apoyo a procesos locales, regionales y nacionales de planificación, financiamiento, capacitación, gobernanza y monitoreo que nos haga pasar de una protección en el papel, a una protección efectiva.
Es urgente abordar las brechas de conocimiento y las necesidades para la conservación de esta enorme región comprendida geográficamente entre el seno de Reloncaví, por el norte, hasta las australes islas Diego Ramírez. Y en esto, la academia, la ciencia y las comunidades tienen mucho que aportar.
