Columna de opinión de los investigadores Dr. Rodrigo Hucke-Gaete y Dr. César Guala, del Programa Austral Patagonia de la Universidad Austral de Chile.
La Patagonia marina con sus fiordos, canales y mar interior, poblados de increíbles microrganismos y fabulosos mamíferos marinos, en conjunto, otorgan medios de vida sustentable a miles de familias que viven en zonas costeras, y son un extraordinario mecanismo de captura y fijación de carbono, uno de los principales causantes del calentamiento global.
Frente a este dilema planetario, el mar patagónico chileno es una solución natural a este gran problema climático causado por la contaminación humana. Pero este servicio que la Patagonia chilena ofrece a la humanidad no está garantizado de por vida, ya que hoy enfrenta múltiples amenazas. Y debemos actuar.
En el día en que Naciones Unidas nos invita a celebrar el Día Mundial de los Océanos 2020, renovamos nuestro compromiso de proteger un maritorio equivalente a un tercio de nuestro país; uno de los últimos lugares salvajes del planeta.
Nuestra Patagonia, desde la Región de Los Lagos a Magallanes, es un maravilloso sistema archipelágico formado por más de 40 mil islas, cuyos contornos de costa suman más de 103 mil km, equivalente a más de dos veces la línea del Ecuador.
En este lugar inmenso, plantas y animales han encontrado un refugio donde se reproducen, viven, se alimentan y mueren. Con ello, algas, crustáceos, corales, peces, delfines y ballenas, entre muchos otros, contribuyen de manera importante a fijar carbono (CO2). De hecho, la región de fiordos de la Patagonia durante la primavera-verano es un importante sumidero regional de CO2 atmosférico, lo que ha llevado a científicos a sugerir que este sumidero probablemente exceda la fuente de CO2 ejercida por el sistema de afloramiento costero en el centro norte de Chile.
Ejemplos hay varios, como el de las ballenas, que, a través de enormes cantidades de fecas líquidas, ricas en nitrógeno y fierro, fertilizan la vida en superficie, estimulando una nueva y recurrente producción primaria, con la consiguiente exportación de carbono al océano profundo. O los abundantes bosques sanos de macroalgas y pastos marinos que, al igual que los árboles en tierra, son fijadores de CO2.
Para que esto siga ocurriendo, para que la Patagonia siga ayudando naturalmente a combatir el calentamiento global, necesitamos garantizar que la vida prolifere, tal como lo ha hecho durante miles de años. Pero hoy, amenazas como la instalación de la salmonicultura, un creciente tráfico marítimo, la contaminación y la pesca ilegal, además de los históricos problemas de fiscalización por parte del Estado, ponen en riesgo a este gran ecosistema.
El lema del Día Mundial de los Océanos para este 2020 es “Innovación para un océano sostenible”. Como Programa Austral Patagonia creemos que una forma de innovar sigue siendo aumentar y mejorar la protección efectiva del mar patagónico chileno. En particular, nos referimos al fortalecimiento de la red actual de áreas protegidas, mejorando la cobertura en zonas costeras; con mayor representatividad de la biodiversidad existente, así como la implementación de planes de manejo robustos con participación de las comunidades; con administraciones de alto estándar, fortaleza científica, y fiscalización acorde a los desafíos planteados.
En ese sentido, creemos que es necesario (¡e innovador!) mirar los ecosistemas marinos de la Patagonia chilena como un “refugio” ante el cambio climático. El concepto de “refugios marinos”, aunque aún está en desarrollo, definiría a aquellos sitios más estables durante periodos de cambio climático y de gran utilidad para la conservación. De adoptarse esta perspectiva, ofrecería una visión estratégica y coherente capaz de orientar políticas, planes y programas con implicancia territorial en las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes, considerando además los co-beneficios sociales que tendrían estas medidas; el sustento de más de tres mil millones de personas depende de la biodiversidad marina y costera.
Los sitios que se deben proteger como refugios marinos deben ser ecológicamente significativos, por lo que maximizar la heterogeneidad física y biología de dicha zona es crucial. Implementar esta visión en la Patagonia chilena nos permitiría conservar un maritorio clave para nuestra biodiversidad, para las comunidades que allí habitan, y para nuestra soberanía.
Con esta mirada sobre los refugios climáticos, como Programa Austral Patagonia de la Universidad Austral de Chile, estamos aportando evidencia científica para la elaboración de una estrategia de Estado, que garantice acciones para la mitigación (captura) de Emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI); impulse la creación de espacios de “refugio” para las especies que necesitan migrar, así como espacio de “refugio” para las especies que necesitan adaptarse.
Nuestra propuesta es con sentido de urgencia. Basta recordar que hace solo unas semanas vimos con preocupación cómo una ballena sei moría atrapada en las mallas de un centro de cultivo de salmones en Aysén. Necesitamos acelerar todas las medidas que se requieran para proteger de manera efectiva el mar patagónico chileno, y con ello, los océanos, que son la principal fuente de proteína del mundo.
Publicación Original: La Tercera