En términos generales, el concepto de refugio corresponde al estado de estar a salvo o protegido de cualquier peligro o dificultad (Morelli et al., 2020). Desde el punto de vista ecológico, se puede entender como aquella área en que las especies y las poblaciones pueden sobrevivir durante largos períodos de tiempo (Ashcroft et al., 2010) o como zonas geográficas que, dadas sus condiciones climáticas o características topográficas, han permitido mantener por largos periodos de tiempo la presencia de especies y poblaciones en diferentes partes del planeta (Selwood et al. 2020).
La identificación de áreas prioritarias para la conservación de la biodiversidad es fundamental para definir nuevas áreas de conservación y evaluar aquellas que ya existen en un territorio (Brooks et al.,2006). Esta puede realizarse en base a la definición de los objetos de conservación existentes dentro de un área (especies, ecosistemas, procesos), y/o por la identificación de ecosistemas que actúan como refugios climáticos para la biodiversidad. En efecto, en los últimos años, la identificación de refugios climáticos se ha transformado en una herramienta relevante para definir sitios prioritarios para la conservación de la biodiversidad, transformándose en una herramienta crucial dentro del proceso de planificación sistemática para la conservación (Moilanen et al., 2022). Un ejemplo de ello son los estudios científicos y programas de planificación de conservación realizados en Norteamérica, particularmente Estados Unidos y Canadá, que incluyen definiciones de refugios climáticos (Ramírez et al., 2017; Halofsky et al., 2022). Asimismo, las agencias gubernamentales estatales y federales de California incorporaron mapas de refugios climáticos de vegetación para especies de vertebrados, a la planificación para la reforestación posterior a los incendios forestales (Thorne et al., 2020). Esta experiencia sirvió para definir un proceso de conservación paso a paso que incluye la identificación de los objetivos de gestión, el mapeo de los refugios climáticos utilizando datos físicos y biológicos, y la selección e implementación de acciones para proteger los refugios climáticos identificados y asegurar su mantenimiento en el tiempo a través del monitoreo (Morelli et al. 2016).
En términos generales, el concepto de refugio corresponde al estado de estar a salvo o protegido de cualquier peligro o dificultad (Morelli et al., 2020). Desde el punto de vista ecológico, se puede entender como aquella área en que las especies y las poblaciones pueden sobrevivir durante largos períodos de tiempo (Ashcroft et al., 2010) o como zonas geográficas que, dadas sus condiciones climáticas o características topográficas, han permitido mantener por largos periodos de tiempo la presencia de especies y poblaciones en diferentes partes del planeta (Selwood et al. 2020). En este sentido la aplicación más conocida del concepto refugio se relaciona con la identificación de los refugios glaciares durante el último máximo glaciar (LGM), los cuales permitieron la existencia de linajes evolutivos distintos y la persistencia de la diversidad genética de algunas especies (ejemplos en Villagran, 1991; Mathiasen et al., 2020). Los refugios, por lo tanto, surgen como una cuestión
importante no solo para las disciplinas de la ecología y la biogeografía, sino también para la conservación biológica, toda vez que su identificación y protección puede garantizar la subsistencia de las especies en las condiciones actuales y futuras de clima (Keppel et al., 2012; Dai et al., 2019).
Frente a los desafíos impuestos por la aceleración del cambio climático -producido por la acción antropogénica- y los impactos que éste ha generado sobre los ecosistemas y la biodiversidad, la identificación de refugios para la biodiversidad se ha vuelto cada vez más importante. Por ello, la definición original de refugios glaciares se ha ampliado a diferentes escalas temporales y espaciales, entendiéndose actualmente como refugios no solo aquellos lugares relacionados a las antiguas zonas glaciares, sino también a las zonas que posean una alta heterogeneidad ambiental, es decir, presentan condiciones de sitio -relieve y suelo- particulares (Thorne et al., 2020). Emerge, entonces, el concepto de refugio climático para identificar aquellas zonas que permiten aminorar los efectos del cambio climático y garantizar la persistencia de especies, comunidades y ecosistemas (Barrows et al., 2020), propiciando su adaptación a los efectos del cambio climático (Reside et al., 2013).